Porque los monstruos están fuera, tras la puerta cerrrada, chillando palabras horribles, acechando, esperando a que tenga un minuto de paz y de felicidad conmigo misma para destrozarme.
Y es que la felicidad no existe. Y si existiese no sería duradera porque todo lo bueno acaba pronto, a veces incluso no podemos saborearlo.
Los monstruos son malos. Dicen cosas horribles que me hacen tener pesadillas por la noche. Y luego me preguntan el por qué de esas ojeras...
No hay comentarios:
Publicar un comentario