Ilusos

Cuando mi profesora de filosofía pregunta por un conocimiento universal yo pienso en el amor; La mentira mas grande que puede existir.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Tu decías que yo era simpática. Mentías pero me hacías feliz.

Como cada Jueves, despues de clase iría a la biblioteca a estudiar, hacer el vago y mirar los estantes llenos de libros buscando algún que otro lo bastante bueno como para empezar a leerlo. Y no todo por ese orden.
Los jueves apestan. 
Bueno, quizá ahora no tanto.
La puerta vieja sonó con un chirrido avistando que alguien pasaba para refugiarse del fuerte viento que asolaba las frías tardes de Noviembre.
Era un chico y, milagro, era guapo, y milagro, venía a estudiar.
Le preguntó al bibliotecario por una mesa libre para estudiar. 
No había. Las cinco estaban ocupadas. En las dos primeras había unas niñas haciendo deberes y unos chicos bastante ruidosos en otra. En la cuarta había varias chicas chismorreando, y en la mas alejada estaba yo, sola, como de costumbre. A las chicas les sobraba una silla y eran guapas, seguro que se sentaba con ellas...
Pero no. No. Se dirigía hacia aquí.
-¿Está ocupada esta silla?- dijo señalando la que yo tenía enfrente.
Negué con la cabeza (incapacitada para pronunciar palabra) y el se sentó sonriendo. Tenía una sonrisa preciosa.
Y unos brazos enormes, seguro que hacía deporte. Además era moreno, de pelo y de piel y con los ojos marrones. Nada del otro mundo a simple vista, pero a mi me parecía alguien precioso.

Aún quedaba la duda de ¿por qué alguien así se sentaría con alguien como yo? Tímida, desmedida, torpe, marginada social, la chica que siempre estaba sola, con los cascos en los oídos y buscando a alguien que la haga olvidar todo lo que ha sufrido.
Invisible. Yo era invisible para la mayor parte de la población: o bien me ignoraban, o no se sabían mi nombre, o no me recordaban o simplemente no les importaba lo suficiente. 
Invisible.
Nunca había tenido novio. Y desde el colegio nunca había tenido amigas de verdad. Siempre con libros y música, lo único capaz de salvarme.

-¿No me escuchaste?
Este chico tan perfecto me estaba hablando y yo, mientras tanto, en mi planeta.
-¿Que? No, perdona, es que...bueno, estoy acostumbrada a que nadie me hable ni se siente conmigo asi que no doy mucha conversación.
Ups...¿Por qué he dicho yo eso?
Ahora saldrá corriendo y gritará lo loca que estoy. Bravo.
Pero no, el solo sonríe y vuelve a preguntar -te decía que si tienes alguna duda yo puedo ayudarte, veo que no has escrito mucho y yo ese tema ya lo he dado.
La verdad es que a mi las matemáticas me odiaban tanto como yo a ellas así que claro que no escribía mucho, practicamente nada, no me enteraba de nada en clase.
-Ya bueno, es que las matemáticas y yo no somos compatibles, en realidad yo no soy compatible con nada.
El vuelve a sonreír. 
-Yo creo que si eres compatible con la escritura, escribes muy bien-dice señalando el cuaderno-diario que me había dejado abierto a los ojos de cualquiera.
Rápidamente lo cerré y me puse roja rojísima deseando morirme.
El volvió a sonreír y a mi se me soltó una sonrisa tímida. 
-Puedes ayudarme con las derivadas. Es con lo que estoy ahora.
Asintió dejando la silla que ocupaba y se colocó en la que estaba a mi derecha.
Cogió el lápiz que tenía yo entre las manos y comenzó a escribir en el cuaderno. 
El hablaba y sonreía y me miraba. Yo solo asentía porque, era en realidad lo único capaz de hacer.
Me sentía rara. Nunca me había sentido así. Me dolía la cara de tanto sonreír y la cabeza de tanto pensarle.

Al final sí que iba a ser un buen Jueves. El primero. 
El fue el primero en dar un poco de luz a toda esta oscuridad que me rodeaba y me abrumaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario