Hoy, por ejemplo.
Hoy voy vestida preciosa, me dan ganas de regalarme a mi misma bombones y de llamar a un fotógrafo profesional.
Pero no estoy bien. Estoy muy enferma, y además tengo mal humor y el vómito me ha destrozado la garganta y el estómago. Me duele la nariz. Y el alma.
Estoy más borde que de costumbre.
Hoy no he hablado mas de trece palabras en toda la mañana. Mal. No tenía que haber dicho ni una, cada vez que decía algo todo iba a peor y la gente se metía mas conmigo. Gente que dice ser mi amiga...
No lo tengo tan claro.
Creo que mis enemigos me tratan mejor que (los que dicen ser) mis amigos.
Es genial.
NO.
No lo es. Dicen que la vida solo te va a cambiar cuando empieces tu a cambiarla. Yo lo intento. Pero siempte me llevo una de cal y otra de arena.
Y no.
Hoy me duele demasiado la cabeza como para pensar. Hoy no me apetece hablar con nadie mas, total, seguro que acaba poniéndome verde a la cara o a mis espaldas, y no se qué duele más.
Hoy he decidido que tenía que desahogarme escribiendo, escribiendo a nadie, porque nadie nunca me reprocha nada.
Si te cuento mis penas es para que me comprendas o al menos me mientas y hagas que te preocupas por mi. Yo me lo creeré y tan feliz que me iré a mi casa.
¿Es tan difícil?
Parace ser que si.
Y temo a que llegue mañana aunque a la vez estoy intrigada, a ver qué me deparará otro día haciendo lo mismo de siempre y con las mismas personas criticando cada palabra que digo o cada gesto que hago.
No hay comentarios:
Publicar un comentario